Llevo ya un mes viviendo en Leeds, Inglaterra, y más de una vez he recordado la canción de Sting "Englishman in New York", sintiendo cómo le entiendo, aunque, irónicamente, es en su país donde yo me siento tan alien.
Las cosas que más chocan son los pequeños detalles, no es que molesten en especial, pero están ahí, recordándote cada día que éste no es tu lugar.
Lo primero que todo español nota, cómo no, es la comida. Aquí hay una extendidísima cultura de comida rápida, barata, fritanga en general. Pizzas, hamburguesas, patatas,... eso sí la carne siempre halaal, aunque sea un restaurante chino. Del café inglés ni hablo.
Una cosa que yo tardé en procesar es el hecho de que en el supermercado, después de pagar, la cajera espera a que metas todas tus cosas en las bolsas antes de atender al siguiente. El resultado es que de repente te encuentras con la cartera en una mano, las vueltas en la otra, la mitad de las cosas sin meter en las bolsas... y dos pares de ojos mirándote impacientes, esperando a que te largues de una vez. No hace falta que describa los malabares nerviosos que siguen a ese momento.
Las noches tienen su propio misterio aquí, como por ejemplo, la gran mayoría de las inglesas salen de noche con preciosos vestidos a cada cual más corto y un par de tacones imposibles. Punto. Ni abrigo, ni bufanda,... ni siquiera una chaquetita. Yo al principio me preguntaba si es que iba a resultar que no soy tan del norte como creía, pero por fin lo vi... ¡ja! A partir de medianoche ya te las encuentras cruzadas de brazos y tiritando, muchas veces con los megatacones en la mano. Están monísimas, sí, pero yo voy más agusto con mi chaquetón... el segundo elemento misterioso de las noches en Leeds es que SIEMPRE, todos los días, hay grupos de gente disfrazada. Es que ni siquiera hablo de todos los fines de semana, ayer miércoles me crucé con un grupo de zombies y con un montón de gente disfrazada de socorristas.
Por último, una de las cosas que más me ha chocado, o quizás con la que he chocado más negativamente, es la aversión manifiesta que muchos ingleses tienen a todo lo americano. Claro, no es que yo sea una gran fan de Estados Unidos, pero esas ideas rancias de "nosotros somos los ingleses de verdad" cada vez que alguien me oye decir una palabra americana, o leen mis traducciones con la ortografía americana, me pone enferma. ¡No se dice cell phone, se dice mobile phone! ¿¡Por qué tienen que quitarle la "u" a "colour, por qué no pueden escribirlo BIEN!? Lo triste es que la gente que dice estas cosas estudian lenguas, y saben mejor que nadie que lo que hace a las lenguas tan interesantes es que están vivas y evolucionan, y una lengua que se habla en dos continentes distintos, va a seguir evoluciones distintas, ¡y eso es lo que las hace tan interesantes!
Como es lógico, el llevar bufanda mientras sé que todos vosotros estáis dándoos paseítos bajo el sol otoñal a una temperatura de 27 grados tampoco anima, pero volveré.
Mientras tanto, seguiré informando.
Buenas noches y buena suerte.
Las cosas que más chocan son los pequeños detalles, no es que molesten en especial, pero están ahí, recordándote cada día que éste no es tu lugar.
Lo primero que todo español nota, cómo no, es la comida. Aquí hay una extendidísima cultura de comida rápida, barata, fritanga en general. Pizzas, hamburguesas, patatas,... eso sí la carne siempre halaal, aunque sea un restaurante chino. Del café inglés ni hablo.
Una cosa que yo tardé en procesar es el hecho de que en el supermercado, después de pagar, la cajera espera a que metas todas tus cosas en las bolsas antes de atender al siguiente. El resultado es que de repente te encuentras con la cartera en una mano, las vueltas en la otra, la mitad de las cosas sin meter en las bolsas... y dos pares de ojos mirándote impacientes, esperando a que te largues de una vez. No hace falta que describa los malabares nerviosos que siguen a ese momento.
Las noches tienen su propio misterio aquí, como por ejemplo, la gran mayoría de las inglesas salen de noche con preciosos vestidos a cada cual más corto y un par de tacones imposibles. Punto. Ni abrigo, ni bufanda,... ni siquiera una chaquetita. Yo al principio me preguntaba si es que iba a resultar que no soy tan del norte como creía, pero por fin lo vi... ¡ja! A partir de medianoche ya te las encuentras cruzadas de brazos y tiritando, muchas veces con los megatacones en la mano. Están monísimas, sí, pero yo voy más agusto con mi chaquetón... el segundo elemento misterioso de las noches en Leeds es que SIEMPRE, todos los días, hay grupos de gente disfrazada. Es que ni siquiera hablo de todos los fines de semana, ayer miércoles me crucé con un grupo de zombies y con un montón de gente disfrazada de socorristas.
Por último, una de las cosas que más me ha chocado, o quizás con la que he chocado más negativamente, es la aversión manifiesta que muchos ingleses tienen a todo lo americano. Claro, no es que yo sea una gran fan de Estados Unidos, pero esas ideas rancias de "nosotros somos los ingleses de verdad" cada vez que alguien me oye decir una palabra americana, o leen mis traducciones con la ortografía americana, me pone enferma. ¡No se dice cell phone, se dice mobile phone! ¿¡Por qué tienen que quitarle la "u" a "colour, por qué no pueden escribirlo BIEN!? Lo triste es que la gente que dice estas cosas estudian lenguas, y saben mejor que nadie que lo que hace a las lenguas tan interesantes es que están vivas y evolucionan, y una lengua que se habla en dos continentes distintos, va a seguir evoluciones distintas, ¡y eso es lo que las hace tan interesantes!
Como es lógico, el llevar bufanda mientras sé que todos vosotros estáis dándoos paseítos bajo el sol otoñal a una temperatura de 27 grados tampoco anima, pero volveré.
Mientras tanto, seguiré informando.
Buenas noches y buena suerte.