lunes, 23 de febrero de 2009

Yo, XX



Hoy lo he visto todo muy claro.

- Oye, ¿has visto a la novia del Txutxi? ¡Qué beldad!
- Si bueno no sé, a mí me parece que está bastante gorda.
- Joe, no es para tanto…
- Mira, pincha en este link. En esa foto salen las lorzas.
- Hombre, pero… tiene unos ojazos.
- Bah, para eso me compro un gato.

Lo envidiáis a él. La envidiáis a ella. Vuestras puyas no son sino fruto de vuestro propio fracaso y frustración emocional. Es por vuestra culpa que hay niñas sufriendo de anorexia y de bulimia, perdiendo entretanto su juventud y hasta, en ocasiones, la vida. Pero lo mejor de todo, lo más gracioso, es que sois vosotros los primeros en criticar su comportamiento.

- ¡Mira, mira, mira! ¿Has visto? Qué grima.
- No sé en qué coño piensan esas niñatas esqueléticas.
- Ya, tío.

Extinguíos.

domingo, 15 de febrero de 2009

LOS PIRATAS TENÍAN INTÉRPRETE

Los piratas siempre han sido un misterio para mí. Las películas de Hollywood nos los presentan como criaturas ambiciosas y poco fiables, y con una clara falta de higiene. Normalmente tienen pocos dientes y todos podridos, llevan la ropa sucia y harapienta y su habla es confusa debido a las ingentes cantidades de alcohol (preferiblemente ron) que consumen. Sin embargo, yo siempre he pensado que tan tontos no podrían ser, al menos no todos, puesto que algunos llegaron a hacerse con verdaderos botines y asediaron importantes localidades.
Mis sospechas se han visto confirmadas al leer en el libro de Marciano de Borja "Basques in the Philippines" la historia de un corsario chino de nombre Limahong. El tío era muy astuto, y hasta el emperador chino quería aliarse con él, sabiendo que su enemistad le costaría muy cara. Pero, desde mi profesión, lo que más me ha sorprendido del tal Limahong, ¡es que para los asedios a colonias extranjeras llevaba en la tripulación un intérprete! He aquí el fragmento del texto que habla de ello, en una parte en la que narra un intento de asedio de Manila cuando ésta era aún una colonia española bastante reciente:
Los piratas chinos no tardaron en atravesar la puerta de la fortaleza española junto a la casa de Goiti, donde mataron a dos guardias y dejaron a uno malherido. Este último era Francisco de Astigarribia, un piloto vizcaíno, que logró escapar de la masacre.13 Lucía del Corral, la mujer de Goiti, creyendo que los responsables de la conmoción eran unos nativos pendencieros, se asomó por la ventana y gritó: “¡Largaos, perros, o todos moriréis hoy!” El intérprete portugués que Sioco llevaba consigo oyó a la mujer y tradujo sus insultantes palabras. Los chinos montaron en cólera. El capitán Sioco, furioso, ordenó prender fuego a la casa.
Hoy en día no hay intérpretes en los servicios sociales para decir a un inmigrante legal que se le ha detectado un cáncer, tiene que ser su hijo el que vaya con él para traducir lo que el doctor dice, eso si tiene la suerte de tener hijos (o de tenerlos en este país); en las cárceles tampoco hay intérpretes que ayuden a los abogados a comunicarse con sus clientes, y puede ser otro recluso el que facilite la comunicación (de nuevo, si hay suerte); vivimos en un mundo de caos lingüístico que los gobiernos no consideran digno de gasto, y he aquí que un piratilla del siglo XVI se llevaba un intérprete ya no a una reunión de diálogo, ¡a un asedio! Esta es la evolución de la raza humana, uno de los grandes misterios de la naturaleza.